Los edificios y la sonoridad de los mares de personas, del tiempo que transcurre y su “tic-tac” que se atrapa en tu cerebro. Los ojos que te miran, te juzgan, te atrapan y te convierten. El sonido de la muerte, el ruido de un cadáver arrastrándose, de un río de sangre siguiendo su curso hasta la desembocar en una nueva vida…
Las lágrimas al caer al suelo de cualquier casa, la locura por el sexo, el sexo, y el ruido. Las ciudades y sus nubes que vagan sin cesar, sin pararse. El ruido del tiempo estrellándose contra el suelo, y los ojos inquisitivos que se meten en los tuyos, que hacen de la vida una locura, y se adentran en tu locura, que no es más que sangre derramándose, creando nueva vida al fin y al cabo.
Dos personas haciendo el amor, el frenetismo de su locura amorosa, la locura de la muerte, juzgar a los demás como ellos te juzgaron, ver impasible como el tiempo transcurre a través de la sangre de otros, la muerte bajo una noche estrellada que se cuela en tu cráneo y te convierte en cero, la pasión por otra persona, por no dejar derramar sus lágrimas con tus manos y no hacer ruido, el odio por la ciudad que mata y el amor por la sangre, que silenciosamente, re-crea de nuevo la historia paso a paso.
miércoles, 14 de julio de 2010
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