lunes, 19 de abril de 2010

Corridors full of dying people...


Cae la noche. Tras meses buscándole, por fin le he encontrado. Las vísceras de su cara aún se mezclan con la pólvora y las delicadas plumas que vuelan de su almohada.

¿Qué me queda ahora? He pasado meses persiguiéndole, y realmente era el único hilo que me ataba a mi propia vida, darle caza. Quería que sintiera miedo, que me suplicara, que gritara... Y todo eso ya lo conseguí.

El sentido de mi vida en estos últimos meses tan sólo había sido darle muerte por haberme roto el corazón, mi camino, mi destino me conducía hasta sus entrañas, a clavar el gatillo en el fondo de su alma...

Pero... ¿Ahora qué soy? ¿Me he convertido realmente en un asesino?

He dedicado tanto tiempo de mi vida a ésto que ya ni siquiera se quién soy, ni siquiera se qué voy a hacer ahora, dónde iré, dónde viviré... ¿Viviré?

El hombre que ahora yace ante mí ha destrozado tantas vidas que ni se lo imagina, y, después de esto, ha terminado también con la mía... Gracias a él, ya no soy nada, ya no soy nadie. Ya no soy...

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