jueves, 13 de mayo de 2010

Actos de una obsesión

ACTO II

Es difícil describir lo que sientes cuando miras a alguien a los ojos y ves la verdad. Pasaba horas mirándola, pasaba horas delante de su cuerpo, desnudo en mi mente y la miraba, y sentía su mirada sobre mi cuerpo nervioso aunque realmente no lo hiciera.

Es difícil también describir cómo te sientes cuando esa persona sonríe y tú por dentro te deshaces, te deconstruyes y no eres nada, estás a su merced. Y los sueños... Esos sueños que van y vienen, pero en los que siempre está, en los que puedo despertarme y soñar despierto que la beso. Es horrible soñar y despertar, a veces pienso en quedarme ahí encerrado para siempre, conseguir estar ahí, que estemos los dos, y que me ame como los dos sentíamos en ese sueño, en el que acariciaba su espalda desnuda, tan sólo arropada con una manta y la luz que ofrecía la noche.

¿Pero ...? No lo sé, sólo quiero probarla, probar qué me ofrece, es un reto, una experiencia, algo que vale una vida. No imaginas cuánto me arrepentiré si me olvida y jamás pruebo esa oscuridad que la rodea, esa depresión continua, esa tristeza que se mete en mis entrañas y me obliga a morirme de placer y dolor al mismo tiempo.

No merece la pena realmente, ella está atrapada por un saxofonista loco, y además pienso que nada de lo que pienso es cierto, sólo es una idealización de algo, quizás ni siquiera una persona, si no un objeto o un lugar, quizás tan sólo quiera escapar de las cuatro paredes en las que vivo encerrado sin posibilidad de salir.

¿Quién eres? No sé nada de ti, sólo se que me odias y aún así me hablas en sueños, sólo se que todo esto termina y veo el final, pero no hay nadie, sólo hay oscuridad y una luz azul que se cuela entre los dos y nos separa eternamente.

Si sigues ahí dime algo... Quizás deberíamos caminar juntos y hablar de esto.

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